EXPOSICIONES
Lo que puedes encontrar:
- PROVOCARTE: GRUPO ART-O
- HOTEL EUROBULDING 2 con Ezequiel de la Hoya, Maite Palacios y José Palacio
- CERÁMICA FEMENINA DEL RIF con Asociación ALCE
- A LA SOMBRA DE JULIO CORTÁZAR
- COLORES: AMARILLO
- COLORES: ROJO
- COLORES: BLANCO
- COLORES: VERDE
- LA EXPOSICIÓN DEL VERANO
- EXPOSICIÓN PUNK: 40 AÑOS
LAS OBRAS
HOTEL EUROBULDING 2
CERÁMICA FEMENINA DEL RIF con Asociación ALCE en la UAM
Se trata de:
Desmenuzar la obra de Cortázar (fundamentalmente Rayuela) desde el punto de vista que los miembros del Colectivo Arttefacto tienen de este autor.
Cada artista ha elegido una obra, un párrafo, o una idea de Cortázar y la ha desmenuzado a su gusto, y desde su punto de vista, y desde su particular lenguaje artístico, sin interferencias entre unas obras y otras, y con total y absoluto “libre albedrío”.
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“Cuando los colores dejen de estallar, el ojo irá a ver a la oreja”. Si ya en la época de André Breton y Paul Elouard, esta afirmación podía parecer “surrealista”, hoy casi nadie alberga dudas sobre la cuestión de la importancia del color en el Arte.
Y no es que pensemos que sin color no hay nada, o que ciertas experiencias místicas no sólo puedan vivirse en blanco y negro. Se trata más bien de ver el mundo a través del color que cada situación requiere, que cada objeto posee, que cada ojo contempla por su cuenta, dejándose llevar por lo que la intuición aconseja a la razón en cada momento concreto. Entendiendo además que la riqueza cromática de la obra artística ha de atraer con fuerza al espectador y esconder al mismo tiempo su contenido profundo.
El gusto (y la atracción) por el color se manifiesta en el arte, y en la vida cotidiana de múltiples maneras. Desde los rojos, ocres y negros de las cuevas del Paleolítico superior hasta las encrespadas crestas multicolores de los punkis londinenses del siglo pasado. En todas las culturas, y en todos los tiempos, el color ha estado presente en el devenir de los pueblos.
El mundo del arte ha sido siempre sensible al color. Fauvistas, naifs, simbolistas, cubistas, expresionistas, hiperrealistas o quienes se sumergieron en la abstracción a partir de los desastres que provocaron las dos guerras mundiales del siglo XX, dan buena muestra de ello. Maurice Denis, en sus “Théories” , y citando a Cézanne, llega a decir: “La naturaleza, he querido copiarla y no lo he conseguido. Pero me sentí orgulloso cuando descubrí que el sol, por ejemplo, no podía reproducirse, sino que había que representarlo por otra cosa….. por el color”
Cuando Kandinsky contempló en Moscú el “Montón de heno” del pintor impresionista Claude Monet llegó a la conclusión de que el cuadro no tenía objeto. Esta experiencia que después le marcaría toda su vida le hizo comprender con toda claridad que “la fuerza insospechada de los colores iba más allá de todos sus sueños”. Unos años más tarde, en “De lo espiritual en el arte” escribiría: “será siempre imposible crear un cuadro sin color, o sin dibujo”. Así nos lo parece, y es por lo que nos hemos reunido aquí con el fin de aportar nuestras diferentes experiencias a través de nuestras obras, que sólo tienen en común un determinado “color”.
Y si es verdad que la forma, en sentido estricto no es más que la delimitación de una superficie por otra, el color resulta a todas luces necesario para la delimitación de esos espacios.
Hoy, y a pesar de las indiscutibles novedades que han revolucionado, desde las nuevas tecnologías, el mundo del arte, todavía seguimos utilizando la línea, el claroscuro, el color, a la manera de Klee, Kandinsky, Mondrian, Picasso, Miró, Pollock, Bacon, Barceló o Antonio López. Y deberíamos ser capaces de reconocer que, incluso en el momento actual, inmersos en la espiral terrorífica que nos impone la sociedad de consumo, y como dice Conrado Maltese aún perdura y sobrevive la “fe humanista” que espera del homo faber, del hombre “artesano”, la recuperación ética de la humanidad.
La salvación no está en la razón que forma proyectos (aunque sin ellos nada tenga sentido) sino en la capacidad de vivir con lucidez la casualidad de los acontecimientos. “Todo radica en encontrar el propio ritmo y no perderlo ocurra lo que ocurra”, en palabras de Argan.
Así pues, dejándonos llevar por la “tiranía” del color, hemos planteado una asociación casual entre las estaciones que nos marca el calendario meteorológico (que bien podría ser metereo-ilógico) y los colores. Y hemos asociado el invierno al blanco, el verano al amarillo y el otoño al rojo. En esta ocasión os presentamos el verde, relacionado con la primavera.
Hemos conseguido llevar a cabo cuatro exposiciones en un año, coincidiendo con cada una de esas “estaciones” y con el único nexo en común del color predeterminado. Las diferentes técnicas que han utilizado los componentes de Artefacto y todos los artistas invitados han sido una buena muestra de cómo un color puede sugerir distintas sensaciones a partir de las experiencias de cada uno de ellos.
Que les guste. Salud y belleza.
VERDE
El verde tiene una fuerte afinidad con la naturaleza y nos conecta con ella, nos hace empatizar con los demás encontrando de una forma natural las palabras justas.
Es el color que buscamos instintivamente cuando estamos deprimidos o acabamos de vivir un trauma. El verde nos crea un sentimiento de confort y relajación, de calma y paz interior, que nos hace sentir equilibrados interiormente.
Meditar con el color verde, es como tomarse un calmante, para las emociones. El verde oscuro representa el principio de la muerte y es indescriptible. es la negación de la vida y la alegría.
El verde lima o el verde oliva, pueden tener un efecto perjudicial, tanto físicamente como emocionalmente.
Cuando se juntan el verde y el amarillo, pueden despertar sentimientos de envidia, resentimiento y posesión.
El color verde está asociado a los signos Tauro, Libra, Virgo, Capricornio (verde oscuro) Acuario y Piscis (verde mar).
Las palabras claves del color verde son: naturaleza, armonía, crecimiento, exuberancia, fertilidad, frescura, estabilidad, resistencia. Verde oscuro: dinero.
PARTICIPANTES:
“Don Quijote de la Mancha”, en el capítulo 53 de la segunda parte titulado “Del fatigado fin y remate que tuvo el gobierno de Sancho Panza” nos encontramos con el siguiente pasaje:
‘‘Pensar que en esta vida las cosas della han de durar siempre en un estado es pensar en lo escusado; antes parece que ella anda todo en redondo, digo, a la redonda: la primavera sigue al verano, el verano al estío, el estío al otoño, y el otoño al invierno, y el invierno a la primavera, y así torna a andarse el tiempo con esta rueda continua; sola la vida humana corre a su fin ligera más que el tiempo, sin esperar renovarse si no es en la otra, que no tiene términos que la limiten’’.
¿Sabíais que no es del todo correcto llamar ‘verano’ a la estación más calurosa del año, sino que tendría que ser conocida como ‘estío’?
Antiguamente el año estaba dividido en cinco estaciones y no en cuatro como tenemos actualmente.
Al igual que ahora, la época del año en la que las temperaturas comenzaban a descender correspondía al otoño, llegando después el invierno, en el que el tiempo era totalmente gélido.
Coincidiendo con el inicio del año (hay que recordar que antiguamente marzo era el primer mes del calendario), llegaba el periodo en el que comenzaba el buen tiempo, conocido igual que ahora como ‘primavera’ (un término compuesto por las palabras latinas ‘prima’ -primera- y
‘ver’ –periodo de calor suave o entrada del buen tiempo). Le seguía el ‘verano’, en el que las temperaturas eran algo más cálidas, pero no sofocantes. Podríamos decir que este periodo abarcaba parte del mes de mayo y prácticamente todo el mes de junio.
El término ‘verano’ proviene del latín ‘ver’ cuyo significado (como ya he indicado al describir la palabra primavera) significa periodo de calor suave, por lo que nuestros antepasados no denominaban ‘verano’ al periodo más caluroso del año, sino que el término utilizado para esos días de calor sofocante era ‘estío’ (julio, agosto y primeros días de septiembre) y de ahí proviene términos como ‘época estival’, ‘tiempo estival’...
Por tanto, a lo que nosotros conocemos como ‘verano’ deberíamos llamarlo ‘estío’.
Muchos son los expertos que apuntan a que las estaciones del año hubiesen tenido que quedar como primavera, estío, otoño e invierno, pero la generalización del término verano se impuso a la de estío, quizás por ser mucho más fácil a la hora de pronunciar. Sin embargo en muchos lugares y lenguas se conservó (en catalán al verano se le llama ‘estiu’, en francés ‘été’ o en italiano ‘estate’… por poner unos pocos ejemplos).
Así pues, dejándonos llevar por la “tiranía” del verano, hemos planteado una asociación casual entre las texturas, los colores y el clima que nos marca el calendario meteorológico (que bien podría ser metereo-ilógico).
Hemos planteado llevar a cabo cinco exposiciones en un año, coincidiendo con cada una de esas “estaciones” y con el único nexo en común del tema predeterminado. Las diferentes técnicas que van a utilizar los componentes de Artefacto y todos los artistas invitados son una buena muestra de cómo una periodo del calendario puede sugerir distintas sensaciones a partir de las experiencias de cada uno de ellos.
Que les guste. Salud y belleza.
TALLER DE DESCONSTRUCCIÓN
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